No se trata de plagas bíblicas, su existencia en el mundo puede explicarse con razones científicas sencillas. Las fuertes corrientes ascendentes del aire que encontramos también presentes en fenómenos naturales como tornados o tempestades de alta intensidad, son capaces de absorber y empujar cualquier objeto que no haya buscado refugio a tiempo. Por ello, no existen lluvia de animales más grandes como conejos por ejemplo, ya que suelen buscar refugio a tiempo.Una vez empujados hacia el núcleo de la tempestad, las corrientes los mantienen dentro de las nuevos siendo desplazados por fuentes corrientes de viento. Finalmente, todo cede ante la ley de la gravedad produciendo la lluvia mencionada. Estos vientos son capaces de alcanzar velocidades de 200km/h capaces de alcanzar cualquier objeto a su paso.
Incluso en 1503, en Alemania, dicen que cayeron cientos de cruces pequeñas, adicionalmente en el año 1956, en una escuela de un suburbio de Bristol, en Inglaterra llovieron monedas de un penique antiguas.
Cabe señalar un suceso muy raro ocurrido un atardecer de verano de 1969: los ventanales de una hostería de los Alpes alemanes, próxima a Oberstdorf, fueron literalmente destrozados por una lluvia de monedas antiguas, en especial rupias, maravedíes y piastras. El violento chaparrón se repitió a la mañana siguiente, y atrajo a numerosos curiosos a la zona.